lunes, 17 de septiembre de 2012

El antiguo régimen.



EL ANTIGUO REGIMEN

Por: Jorge Juan Lozano Cámara, profesor del IES Juan de la Cierva de Vélez-Málaga
Licenciado por la Universidad de Granada (España)


¿Qué es el Antiguo Régimen?
Podríamos definir el Antiguo Régimen como el conjunto de rasgos políticos, jurídicos, sociales y económicos que caracterizaron a Europa y sus colonias durante los siglos XVII y XVIII. En el transcurso del siglo XIX irán siendo sustituidos por otros propios de la sociedad capitalista de clases.

El Término
Lo acuñaron y emplearon por vez primera los revolucionarios franceses (durante la Asamblea Constituyente, en 1790) para designar despectivamente las estructuras política, social y administrativa del país en que Vivian, que consideraban decadentes e injustas.
Aunque en un principio la expresión se circunscribió a las instituciones políticas y jurídicas francesas, hoy día se emplea en un sentido más amplio y se aplica a otros estados.

Características

Una demografía antigua
Una economía agraria
Una estructura social estamental
Una forma de gobierno absolutista

Un comportamiento demográfico antiguo

Que presentaba los siguientes rasgos:

Un escaso crecimiento vegetativo, condicionado por altas tasas de natalidad contrarrestadas por altos índices de mortalidad, especialmente infantil.

Un inestable equilibrio entre la población y los recursos. El elemento regulador de la demografía era la mortalidad, estrechamente relacionada con la dependencia de una economía de carácter agrícola. Periódicamente se producían crisis de subsistencias desatadas por el encadenamiento de malas cosechas. La escasez de alimentos originaba hambrunas que a su vez producían enfermedades de carácter epidémico difundidas con gran rapidez entre una población depauperada. La secuela era una mortalidad catastrófica.

En el siglo XVIII Se produjeron ciertos cambios en ese modelo demográfico; así en algunas zonas de Europa (Inglaterra, Francia, también Holanda), hubo un incremento de los excedentes alimentarios y una mejor nutrición, lo que se tradujo en la disminución de hambrunas y epidemias y, consiguientemente, en la reducción de la mortalidad.
Otro factor que influyó en el descenso de la mortalidad, aunque de manera menos determinante, fue un cierto progreso de la medicina.

El resultado fue un crecimiento demográfico que sin embargo no afectó por igual a todo el continente.

El aumento de la población intensificó la demanda de alimentos y manufacturas, también incrementó la disponibilidad de mano de obra, tanto en el campo como en la industria, factores determinantes en el desarrollo de la revolución agrícola e industrial.

Una economía de base agraria

Tres cuartas partes de la población activa se concentraban en el sector primario.

La industria era tipo artesanal y conservaba todavía rasgos gremiales. Los talleres artesanos empleaban un reducido número de trabajadores, siendo la maquinaria escasa y las fuentes de energía la humana, animal o la proporcionada por el agua o el viento. La especialización era limitada, lo que significaba que el proceso de trabajo invertido en la creación de mercancías era controlado de principio a fin por una misma persona o un escaso número de operarios.

Predominaba el comercio a larga distancia, un ejemplo fue el denominado "comercio triangular". Los intercambios internos eran escasos y complicados debido a las deficientes comunicaciones y la inexistencia de un mercado unificado.
El desarrollo urbano era escaso. La aldea constituía el centro de organización y producción.
Pocas ciudades superaban los 50.000 habitantes. A mediados del siglo XVIII el ciclo demográfico sufrió significativas alteraciones debidas esencialmente a una disminución de la mortalidad.
Estas transformaciones llevarían consigo un incremento de la población acompañado del trasvase de habitantes desde el campo a la ciudad, lo que repercutió en el desarrollo sin precedentes del urbanismo.

La estructura de la propiedad era de carácter señorial, cimentada en grandes latifundios cuyos propietarios percibían cuantiosas rentas de carácter feudal procedentes de una gran masa de campesinos desprovistos de tierras.

Una sociedad estamental

Una sociedad estamental es aquella organizada en estamentos. En la del Antiguo Régimen éstos constituían grupos cerrados a los que se accedía fundamentalmente por nacimiento. Aunque podía haber alguna escasa posibilidad de trasvase de uno a otro grupo (ennoblecimiento por méritos, compra, etc.), lo que caracterizaba esa sociedad eran la estabilidad y la inercia. A diferencia de la capitalista, dividida en grupos en función de su riqueza y, por tanto más variable y dinámica, la estamental era casi inmutable.

Cada estamento se correspondía con un estrato o grupo definido por un común estilo de vida y análoga función social. Era impermeable, es decir, sus miembros no podían mudar de condición.

Jurídicamente era desigual. Cada una de las personas que lo componía era portadora o no de privilegios, en función de su pertenencia a una u otra categoría. Los privilegios consistían en la exención de obligaciones (impuestos) y el derecho a ventajas exclusivas.
Había un estamento privilegiado en el que se incluían la nobleza y el clero y otro no privilegiado que englobaba en su seno al resto de los estratos sociales: burgueses, artesanos, campesinos y grupos marginales.
Al estamento privilegiado se accedía (salvo en el caso del clero) por nacimiento o por concesión especial del monarca. A partir del siglo XVII cada vez se hizo más corriente que individuos burgueses alcanzaran el ennoblecimiento mediante la compra de títulos al monarca.
La rígida sociedad estamental entró en crisis a raíz de los cambios que fueron produciéndose a lo largo del siglo XVIII, que llevaron consigo el fortalecimiento de una burguesía rectora de gran parte de la economía.

No conforme sin embargo con su opulencia económica los burgueses fueron reivindicando también derechos políticos y prestigio social, algo que no estaba dispuesto a conceder los privilegiados. Esa discriminación empujará a la burguesía en ascenso hacia la acción revolucionaria cuyo objetivo será la destrucción de los privilegios feudales.

A finales del siglo las contradicciones del sistema estamental se hicieron cada vez más patentes. Esto sucedió de manera especial en Francia, donde en 1789 estalló una revolución que abrió paso a otros tantos procesos que fueron desarrollándose a lo largo del siglo XIX e implicaron el fin del sistema feudal. Sobre las ruinas de la sociedad del Antiguo Régimen se erigió la sociedad capitalista.

La Nobleza

Junto con el clero, constituía uno de los grupos privilegiados de la sociedad del Antiguo Régimen. Estaba integrado una minoría, pero con un gran poder económico y político.
Era propietaria de grandes latifundios.
Estaba exenta del pago de impuestos.
Recibía elevadas rentas de los campesinos.
Detentaba importantes cargos políticos y militares.
Jurídica y legalmente sus miembros ostentaban privilegios que heredaban por nacimiento.
Se configuraba como un grupo heterogéneo: no todos sus miembros gozaban de la misma importancia y posición económica.


El Clero
Junto a la nobleza, formaba parte del estamento privilegiado.
Sus miembros poseían una gran riqueza patrimonial en forma de bienes suntuarios, iglesias y palacios, así como una importante cantidad de tierras. Recibían además importantes rentas en forma de diezmos, donaciones y limosnas.
Ejercían un gran poder ideológico y gozaban de un gran prestigio social. Monopolizaban la educación.
Constituía un grupo heterogéneo que englobaba en su seno desde cardenales y otros altos dignatarios (hijos segundones de la nobleza) a humildes curas rurales cuyas condiciones de vida eran similares en ocasiones a las de sus feligreses.


La Burguesía
Pertenecía al estamento no privilegiado. Constituía una minoría que fue ganando progresivamente poder económico y prestigio social.

Sus miembros vivían en su mayor parte en las ciudades.
Controlaba el poder económico (junto a nobleza y clero), fundamentalmente a través de la actividad comercial y financiera.
Aunque rica y culta, no poseía privilegios.
En algunos casos se emparentó con la nobleza mediante la compra de títulos y los enlaces matrimoniales.
A finales del siglo XVIII (en Francia) y a lo largo del XIX protagonizó una serie de revoluciones que liquidaron el sistema feudal del Antiguo Régimen y le procuraron el poder político además del económico. Se constituyó de ese modo en la clase dominante del nuevo sistema capitalista.

Los Artesanos
Eran los encargados de la actividad industrial. Pertenecían al grupo de los no privilegiados.

Formaba un grupo social relativamente poco numeroso.
Residían esencialmente en las ciudades.
Sus miembros estaban encuadrados en asociaciones denominadas gremios.
Cuando comenzó el proceso de industrialización moderno que se prolongó durante los siglos XVIII y XIX, fueron desapareciendo y pasaron a engrosar las filas del proletariado industrial.
Los Campesinos
Pertenecían al estamento no privilegiado.

Constituían la mayoría de la población en una sociedad esencialmente agraria.
Vivían en las zonas rurales.
Su nivel de vida estaba al límite de la mera supervivencia y sufrían con especial virulencia las recurrentes crisis de subsistencia propias de una economía preindustrial.
Estaban sujetos a través de vínculos de dependencia a los propietarios de las tierras que trabajaban, fundamentalmente, nobles y clérigos. Sólo una minoría era propietaria. Habían de hacer frente a multitud de cargas que menguaban aún más sus rentas. Un ejemplo de éstas eran los diezmos que habían de entregar a la Iglesia.
A partir del siglo XVIII y durante el siglo XIX, a raíz del proceso de industrialización, buena parte de los campesinos emigró a las ciudades para trabajar en las fábricas.

Grupos marginales
Compuestos por mendigos, proscritos, enfermos o ancianos sin recursos, constituían el lumpen de la sociedad. Sobrevivían gracias a la delincuencia y a la caridad.

Una forma de gobierno absolutista
El gobierno de los estados del Antiguo Régimen se asentó sobre regímenes de carácter absolutista que, en su mayor parte, se justificaron ideológicamente bajo la fórmula de "monarquía de Derecho Divino”.

El oportuno Bossuet
hubiera llegado a Papa
Bossuet, clérigo y pensador francés, en la obra "Política según las Sagradas Escrituras”, afirmaba que el poder era transmitido al Rey directamente por Dios. El monarca no es pues responsable de sus actos ante sus súbditos sino ante la divinidad. La legitimidad de su poder se asienta sobre los pilares de un derecho no terrenal, lo que desliga el ejercicio del mismo de cualquier tipo de compromiso emanado de la ley o la tradición.

El abate Bossuet defendía la actuación política del rey Luis XIV de Francia, máximo exponente del absolutismo monárquico y del centralismo, conocido como el "Rey Sol" o "Luis el Grande".

Thomas Hobbes, pensador político inglés, defendió igualmente el poder de los reyes, pero desvinculándolo de sus orígenes divinos. En su obra "Leviatán" sostenía que la autoridad de los monarcas provenía de un acuerdo establecido entre él y sus súbditos.
Hobbes para pensar así
seguramente era noble
Antes de llegar a ese pacto la humanidad había vivido en un estado de brutalidad, en el que regía la ley del más fuerte en un ambiente de guerra perpetua de todos contra todos.
La necesidad de asegurar su supervivencia y superar el estado de barbarie llevó a los hombres a renunciar a parte de su libertad y transferirla a una autoridad fuerte que se alzase por encima de los intereses particulares y garantizase la paz. La forma más natural que Hobbes consideraba como la más natural para llevar a cabo esa idea era la monarquía.

Los instrumentos utilizaron los reyes para el ejercicio ilimitado de su mando fueron: los Consejos de ministros, el Ejército, la Burocracia y la Diplomacia.
No obstante el absolutismo encontró ciertas resistencias, esencialmente las que procedían de los defensores de los privilegios feudales heredados del medievo y reservados a la nobleza y al clero. A lo largo del siglo XVIII los monarcas intentaron poner fin a la limitación del poder mediante el ejercicio de una novedosa forma de gobierno, el "Despotismo Ilustrado".

Pocos estados europeos escaparon al absolutismo monárquico como fórmula de ejercicio del poder. Destacaron tres: las Provincias Unidas (Holanda), la República de Venecia e Inglaterra.
El absolutismo alcanzó su máximo esplendor entre la 2ª mitad del siglo XVII y finales del siglo XVIII, finalizando como consecuencia de las revoluciones burguesas habidas durante los siglos XVIII y XIX.

El Despotismo Ilustrado
Catalina II la Grande
no pues sí
Constituyó una forma de gobierno que trataba de conciliar el absolutismo con las nuevas ideas de la Ilustración, intentando para ello conjugar los intereses de la monarquía con el bienestar de los gobernados. Se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XVIII.
El término tiene su origen en la palabra italiana "Déspota", es decir, soberano que gobierna sin sujeción a ley alguna.

Buena parte de los soberanos europeos desarrollaron en mayor o menor medida esta forma de gobernar, utilizando su indiscutible supremacía como herramienta para incentivar la cultura y la mejora de las condiciones de vida de sus súbditos.
Federico II de Prusia
Pero al hacerlo, prescindieron de su concurso y opinión. La famosa frase acuñada “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” se hizo eco de una realidad que intentaba aunar la tradición con la novedad.
Para llevarla a cabo se valieron de una serie de reformas que en cierto modo buscaban modernizar las estructuras económica, administrativa, educativa, judicial y militar de sus respectivos estados.

Todo ello, sin embargo, respetando la esencia del régimen absolutista y la división estamental de la sociedad. La planificación y puesta en práctica de esas actuaciones recayó sobre sobre una serie de ministros y altos funcionarios de la administración estatal, entre los que destacaron el marqués de Pombal en Portugal, el marqués de la Ensenada en España o Turgot en Francia.